El Maratón de Madrid nunca entro en mis planes pero este año
quería conseguir marca para poder acceder al Maratón de Boston 2018. No quedaba
más remedio que buscarse un Maratón antes de que comenzara la época de
triatlones y conseguir la marca acreditada.
La idea había sido conseguirlo en el Maratón de Valencia 2016,
el cual preparé a conciencia pero en el que tuve que retirarme en el kilómetro
28 por problemas de “chicas”.
Llegué al maratón de Madrid con un claro objetivo, hacer
3:25 para asegurarme entrar nada más abrirse las inscripciones de Boston 2018. Tenía
la mejor liebre: David el cual llevaba completamente controlado el Maratón,
kilómetro a kilómetro. Yo solo me tenía que preocupar de una cosa: correr.
Empezamos el maratón con la compañía de un maestro de las carreras:
Beni al cual le debo mucho de lo aprendido en el día a día. Ellos me fueron regulando
desde el primer momento porque las piernas se iban solas.
Llegamos a Plaza Castilla sin darnos cuenta y con la sensación
de que el cuerpo solo quería corre más rápido. Hay nos separamos de Beni, íbamos
cada vez más rápido pero con cabeza (esa la ponía David).
Según pasaban los kilómetros, la cosa iba a mejor. El ambiente
del Maratón en tu ciudad es único. La gente animaba un montón y el correr por
las calles de una ciudad tan bonita como Madrid hacia el resto.
Antes de llegar a la Casa de Campo hicimos un trato, si
entraba fuerte, David me prometió que podía marcar mi ritmo a partir de ese
punto. Y así fue.
Es cierto que al entrar en la Casa de Campo empezó un fuerte
dolor en la pierna que iba subiendo hasta llegar al psoas. La cosa pintaba mal
pero el dolor se relajaba con las cuestas y justo empezaba el verdadero Maratón
al salir de la casa de Campo con muchas cuestas: así que tuve suerte hasta en
eso.
En el kilómetro 28 se nos unió Quique un compi de fatigas
del grupo del Retiro. Gracias a que en el kilómetro 35 pude ponerme Réflex el dolor empezó a ser menor y a partir de ahí
dije: “vamos a dar todo lo que tenemos”.
Las sensaciones fueron cada vez a mejor, cada vez corríamos más
rápido y cada vez iba disfrutando más. No sabía que tiempo llevábamos ya que iba sin reloj pero
David me decía que conseguíamos bajar de 3:25 sin problemas. Parecía mentira
que llevábamos los kilómetros que llevábamos en el cuerpo.
Además había
compañeros de trabajo y de entreno por la última parte del recorrido lo que
hicieron que la energía fuera a tope.
Los últimos kilómetros me los dediqué, por el esfuerzo
realizado y por haber podido disfrutar de principio a fin de una carrera tan
larga la cual no siempre te brinda estas oportunidades. La sonrisa no se me
borro de la cara en ningún instante.
La entrada en el retiro la hice con mi medio limón, al cual
le debo mucho y con dos compañeros de entrenos: Quique y Arturo, gracias
compañeros. Feliz de cruzar esa meta.
Al final 3:18 pero lo que menos me importo fue el tiempo. El
objetivo se consiguió de sobra: ”Nos vamos a Boston” y siempre quedará en mi
recuerdo el poder haber corrido las calles de Madrid con una sonrisa de oreja a
oreja y disfrutando de cada momento.
Gracias Madrid por haberme regalado esta oportunidad, que
afortunada me siento de poderlo haber compartido paso a paso con la persona que
más quiero.
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